Prensa y censura

Prensa y censura son dos viejas conocidas, aunque esta última naciera de primera. A ella la podemos encontrar en cualquier momento de nuestras vidas, privadas y en sociedad. Pero a lo que quiero hacer referencia aquí es la censura en la prensa, es chica mala que nos guiño el ojo cada día.

Las democracias occidentales tienen entre sus espadas y escudos a la prensa, no una cualquiera, sino la libre, la de verdad. Según ellos es la base de sus sistemas super-democráticos y la primera garantía de todo hombre libre. Sin embargo, y válgame Colón por yo estar redescubriendo aquí América, hasta en el más libre de las super libres y democráticas prensas hay censura.

Sí, censura de todo tipo. La que empieza por ti mismo: la auto-censura, esa excusa barata que utilizamos para no decir que tenemos miedo a perder el empleo o caerle mal a la persona equivocada. Luego le sigue la censura de tu jefe, el redactor jefe o cualquiera del eslabón intermedio. Esa es la más directa, la más cruel, las más atrevida, la del día a día. Si es un medio privado, pues la censura vendrá del dueño, si es un medio Estatal, pues del burócrata encargado. ¿Quién ha visto un artículo defendiendo la construcción del comunismo en un mass media del establishment norteamericano? ¿Quién ha visto un artículo defendiendo la necesidad de optar por el capitalismo en el oficialista Granma de Cuba?

Las demás censuras son las que le dan colorido a este morboso asunto. Está la de tu mejor amigo, la del colega de redacción con quien más intimas, la del departamento en el que trabajas, la de tu vecina que lee con atención todo aquello que sacas en el periódico, la de tus familiares que más te aman y no quieren verte despedido o con un tiro en la cabeza, etc.

Los héroes de esta historia son muchos. Y no voy a citar a los ganadores de los Pulitzer. La rebeldía sin salirse del sistema no es rebeldía. Quiero citar a esos valientes que mueren por enfrentarse a gobiernos corruptos o mafias que controlan el Estado en paralelo. Quiero hacer referencia a esos que no les importa ser despedidos y se aferran a su blog o sitio web que no les dará el pan para vivir.

Pero esos héroes no bastan.

Por muchos héroes que salgan a defender la ética de transmitir información de manera responsable, siempre existirá la gran prensa que es la que llega a la mayor cantidad de público posible. Esa es la que nos ocupa y preocupa. Por mucho que existan blogs y sitios web independientes, nunca tendrán el efecto masivo que provocan estas corporaciones comprometidas con el gran capital y la élite capitalista mundial. Ahí debemos dirigir nuestras balas.

Es entonces que debo citar a otros héroes, mucho más discretos y anónimos. Son esos que no salen de la redacción y no optan por su sitio web. Ellos son los que se quedan hasta el final y procuran influir en algo, aunque sea un detalle. Algunos de ellos, cuales espías, roban la verdad y la liberan al público de forma directa. Esos son los hijos del Caballo de Troya. Y esa es una estrategia que también funciona.

De momento lo que nos queda al resto es quitarnos la venda con que estos mass media nos entontecen cada día. Cada uno de nosotros debe aprender a ser crítico con la información que recibimos y nunca conformarnos con una sola lectura. Debemos contrastar fuentes, preguntarnos por lo que no dicen, cómo nos lo dicen y cuándo nos lo dicen. Ese puede ser un buen antídoto.

Claro, no todos tenemos ni el tiempo, ni la picardía (conocimientos) para estar con ese bombillito encendido todo el tiempo. Ahí es cuando nos percatamos, sin que sea visto como un capricho, de que la prensa tiene que funcionar bien y deshacerse de la censura para siempre. Y de ahí nace otra pregunta. ¿Acaso es posible una prensa sin algún tipo de censura? ¿Cómo funcionaría? Las respuestas las dejo para otra publicación. En lo que llega, me gustaría saber qué piensas al respecto.

Andrey VR

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