Dragones: lo que la ciencia nos oculta

¿En qué se diferencian estos animales de los dragones sobre los que solemos leer en las leyendas? ¿Están emparentados? ¿Por qué ellos sobrevivieron y sus míticos parientes no? En el siglo IV a.n.e., el  historiador chino Chang Qu encontró fósiles que coincidían mucho con las descripciones que daban las leyendas de su país sobre los benevolentes dragones.

En la Edad Media, en las cuevas de los Alpes, se produjeron varios avistamientos de lo que parecía ser una cría de dragón, por lo que las sospechas acerca de que las cuevas de allí estuvieran habitadas por dragones dio vida a historias sobre los dragones eslovenos.

En el México anterior de la conquista, sus habitantes tenían como dios a Quetzatcoatl, la serpiente emplumada, una especie de dragón que se parece mucho a las descritas por otras civilizaciones antiguas con las cuales no tuvieron ningún contacto.

 Testimonios y avistamientos

En el año 1608 el naturalista Edward Topsell consideraba a los dragones como animales reales, afirmando que estas criaturas estaban muy próximas a los reptiles y, más concretamente, a las serpientes.

Ya en el siglo XX, la doctora Marjorie Courtenay-Latimer, quien alcanzara gran notoriedad por estudiar y clasificar en los años 30’ al celacanto, un pez que se creía extinguido desde la era de los dinosaurios, recogió los testimonios de varios testigos que aseguraban haber visto, en Namibia, a un extraño ser de aspecto reptiliano, dotado de poderosas alas membranosas y capaz de volar planeando entre las montañas. El hijo de un propietario de cabras del sector lo describió, de hecho, como una serpiente alada que, cuando aterrizó en tierra, “provocó una enorme nube de polvo y esparció un olor como de latón quemado”.

Otros relatos sobre misteriosas criaturas voladoras de aspecto reptiliano también se localizan en otras regiones africanas, como en los alrededores de los montes Kenia, Meru y Kilimanjaro, o en la República Sudafricana, cerca de Lesotho, donde está situada una cueva llamada Drakensberg (montaña de los dragones, en idioma africaans). Su nombre, por cierto, proviene de las historias sobre un extraño dragón que, según las leyendas locales, habitaba en dicha caverna y del que se tienen noticias desde 1877.

En agosto de 1944, algunos periódicos informaron el caso de un dragón negro que se estrelló contra una casa en Chen, en el noroeste de Zhoyuan, China. Los testigos dijeron que estaba agonizando y que tenía un cuerno en la frente, escamas y desprendía un fuerte olor a pescado que atraía a las moscas.

En el año 2005, en tanto, dos estudiantes de la provincia de Jilin en China, cuando salían de la biblioteca de la universidad local alrededor de las 6 de la tarde, aseguraron a la prensa de su país haber visto un dragón volando en el cielo. Según uno de los jóvenes, la criatura “volaba a una altitud de aeroplano, pero era mucho más grande y rápido…”. Esta criatura fue fotografiada por los dos estudiantes y publicada en la prensa local. Esta imagen mostraba, por cierto, a un extraño ser de aspecto reptiliano con cuatro patas, de unos 10 metros de largo, y una cola rojiza que iluminaba el cielo al atardecer.

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