¿Nuestro CALENDARIO Está Mal? Origen e Historia del Calendario

No vivimos en el siglo XXI y No son ciertas las fechas que has estudiado en los libros de historia. Es hora de asumir que nos hemos estado engañando todo este tiempo.

¿Quién impuso el calendario actual? ¿Qué otros calendarios existen? ¿Cuál de ellos es más exacto? ¿En qué año vivimos realmente?

Hoy quiero invitarte a descubrir los grandes secretos de la medición del tiempo y de cómo las mitologías nos ha hecho adoptar uno u otro calendario a través de la historia. En este documental viajaremos desde la época en que fue construido Stonehenge hasta los más recientes intentos de crear nuevos calendarios.

Según los arqueólogos e historiadores, el ser humano comenzó a medir el tiempo por necesidad propia. Era importante saber cuándo era la temporada de caza, cuándo debían emigrar, cuándo esconderse de las tormentas….y más tarde cuándo sembrar y recoger la cosecha.

Todo esto, como es de suponer, fue un proceso que evolucionó y se perfeccionó durante miles de años. Que a nadie se le ocurra pensar que en las antiguas Egipto o Mesopotamia, un día cualquiera un hombre sabio se despertó con la brillante idea de crear un calendario.

De por sí, nuestro organismo, tal y como ocurre en el resto de los animales, posee una especie de reloj biológico, por lo que las primeras mediciones del tiempo vinieron aparejadas de ese instinto que nos decía qué hacer y cuándo hacer las cosas.

Luego, cuando la vida comenzó a ser más sedentaria y los conocimientos se fueron acumulando en la experiencia oral, comenzaron a aparecer formas más sofisticadas de medir el tiempo. Tras miles de años observando el movimiento de los astros en el cielo, se hizo más fácil medir el tiempo por ellos, pues sus movimientos parecían más exactos y fiables que el ir y venir de las manadas de animales que migran.

Y como mismo venía ocurriendo con el resto de los fenómenos naturales que los rodeaban, los hombres atribuyeron al tiempo la misma connotación mística que le pudieron otorgar al fuego, el rayo o la lluvia. Así, el inicio de un período determinado, los cambios en las estaciones y los efectos sobre la naturaleza, no eran el mero resultado de los movimientos planetarios, sino del comportamiento de aquellos dioses que controlaban la vida.

El calendario más antiguo del que se tiene conocimiento se encuentra en Aberdeenshire (Escocia) y data del 8.000 a.n.e. Se trata de una serie de 12 hoyos que habrían contenido postes de madera y que parecen representar las fases de la Luna en el transcurso de un año.

A unos 800 kilómetros de allí, al sur de la isla, se encuentra otro de los más antiguos y enigmáticos relojes de la antigüedad: el famoso Stonehenge. A pesar de que existen muchas teorías sobre su origen y funcionamiento, la mayoría de los expertos parece coincidir en que se trata de un centro de carácter religioso que servía para medir el tiempo y realizar ofrendas a los dioses.

Como estos hay muchos más en todo la prehistoria. Ahora, si nos adentramos ya en lo que se da en llamar Historia, en particular la de las civilizaciones más antiguas, vemos que dichos monumentos fueron tomando un carácter más complejo, a la vez que la medición del tiempo se enriquecía con los resultados de miles de años de observación.

En Sumeria…

Los calendarios más antiguos registrados se remontan a la época de las ciudades sumerias al sur de Mesopotamia durante los últimos cuatro siglos del III milenio a.n.e. Claro, ellos no contaban con un sistema unificado, sino que cada ciudad tenía su propio calendario que refleja las tradiciones religiosas locales. Es por ello que los nombres de los meses tomaban los de las principales fiestas religiosas.

Sin embargo, a partir del III milenio, durante el período Ur III, se ven elementos comunes en las distintas ciudades-estado en lo que al nombre de los meses respecta.

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