Análisis psicológico de «Como agua para chocolate»

En el México de principios del siglo XX, se desarrolla una historia de amor entre dos amantes prohibidos, Tita y Pedro.  Amor impedido por la madre de esta que exige a su hija, como es la tradición, que se quede soltera para que la cuide al final de su vida.

“Como agua para el chocolate” nos presenta un sistema familiar en donde el universo creado por sus miembros desarrolla todo tipo de emociones y pasiones humanas ligadas siempre a la comida. Siendo una película apreciada por el público en general, quizá se deba esta valoración por la facilidad que tiene el espectador de identificar a los personajes, reconociendo en muchos aspectos similitudes con familias que conoce o ha visto a lo largo de su vida. Habría una familiaridad de esa familia mexicana.

 La estructura familiar está regida por Elena, la madre autoritaria (que simboliza la dictadura del país),ejerciendo un poder despótico y estableciendo una jerarquía dentro de la familia: Ella será la cabeza de familia, junto a la hija mayor Rosaura (también opresora) y seguida por Gertrudis, quien está siempre un poco fuera del sistema familiar (simbolizando la revolución y que es fruto de un secreto familiar, como es la infidelidad).  Por último estaría la hija menor,  Tita, quien padece la opresión y solo tiene escapatoria en los momentos que se siente libre realizando aquello que más le gusta hacer, como es cocinar. Así Tita, en principio tendría dos formas de relacionarse con su madre: desde la adaptación y desde la evasión o ensoñación. El realismo mágico que se plasma en la literatura latinoamericana lo encarna este personaje, que se evadirá para poder existir en un mundo paralelo en donde la madre no ejerza el poder férreo.

La cocino como símbolo de la nutrición emocional

Desde este control férreo hay una cohesión “obligada” que lleva a un aglutinamiento en las primeras etapas de la familia, cuando son más jóvenes las hijas. Tenemos esa escena de unión familiar en donde las tres hermanas están cocinando bajo la atenta mirada de la madre. En este momento la distancia relacional entre ellas es escasa con fuertes fronteras hacia el exterior (en la película da la impresión de que no hay un mundo fuera de esa casa, fuera de la familia).  Pero con el transcurrir de la historia familiar,  la estructura se va deshaciendo y se convierte en un sistema  desligado, en donde cada miembro hace su vida y la distancia relacional y las fronteras se hacen más amplias. Gertrudis “se fuga” con un guerrillero Zapatista, Rosaura y Pedro se marchan a vivir fuera de la casa y más tarde Tita saldrá de la influencia materna después de una crisis existencial por la muerte de su sobrino que puede significar la muerte de su amor o esperanza no solo por Pedro, sino por sí misma.

En esta familia fría, las emociones están negadas, habiendo una escasa nutrición relacional entre los miembros. Esta carencia emocional es sustituida por la comida como una forma simbólica de esa nutrición, en donde Tita, en esa carencia afectiva por parte de la madre, será alimentada emocionalmente por Nacha, la cocinera de la familia, que nutrirá no solo en lo corporal sino en lo espiritual a nuestra protagonista.

 Tita aprenderá a refugiarse en la cocina en los momentos más difíciles, expresando lo que siente en cada plato que elabora: La tarta triste y melancólica para la boda de su amado, las codornices en pétalos de rosas que apasionan y expresan su amor o el caldo de colita de res que le devuelven a la cordura y a la vida.

 Pero no solo será la comida lo que le ayude a Tita a existir, sino que ante las desdichas aparece el simbolismo de la colcha que Tita teje en varias escenas de la película y que arrastrará cuando deja la casa en compañía del doctor, al entrar en depresión. La primera vez que comienza a tejer la colcha lo hace en la noche de bodas de Pedro y Rosaura, simbolizando una defensa psicológica, una capa con la que se cubrirá al sentir el frío de la soledad y la tristeza por perder el amor de su vida. Cada vez que le ocurre una pérdida o una desgracia, Tita teje esta colcha, tapándose cada vez más ante los acontecimientos externos. En este caso se produce un aislamiento afectivo de la realidad, evadiéndose de aquello que le produce dolor, hasta llegar a un aislamiento total al entrar en un estado depresivo. Solo el cuidado del doctor de la familia y su amor por ella, que nunca será correspondido, le ayudarán a salir de ese aislamiento y comenzar una nueva vida.

 Sin embargo esa vida nunca será plena ya que arrastra consigo las creencias y valores familiares respecto a su condición de hija menor, incluso después de la muerte de su madre. Ese lastre que llevará hasta el final de su historia de amor siempre furtivo, intentará que no sea transmitido a las siguientes generaciones de mujeres rompiendo esta tradición que encadena a las hijas por el hecho de ser hijas.

Sergio Delgado

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